Resiliencia vs Resistencia
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Resiliencia vs Resistencia

Empatía, pensamientoout of the box”, liderazgo transformacional o innovación disruptiva, son solo unos pocos ejemplos de, además de conceptos muy potentes, palabras o frases de moda muy manoseadas en el ámbito empresarial. Especialmente cuando hablamos de habilidades personales. Los angloparlantes hablan de buzzwords para referirse a estos términos que, de tanto usarlos, van perdiendo su significado original. Al final, terminan por convertirse en eslabones que, concatenados, sirven principalmente para crear frases apañadas, pero con poco contenido.

Pero, como decíamos, muchos de ellos tienen un significado de mucho calado. Volvamos al concepto resiliencia.

Resiliencia

Antes de que su uso se popularizara, no siempre resultaba sencillo comprender y transmitir el significado de este término en el ámbito de la ingeniería de polímeros. Se trataba de un concepto clave, porque aludía a una propiedad particular de muchos polímeros y que los diferenciaba claramente de las aleaciones metálicas.

Podríamos definirlo como la capacidad de un material para absorber energía mecánica y recuperar su forma original después de una deformación elástica. Esto resulta muy útil en muchas aplicaciones industriales. La resiliencia de muchos termoplásticos y elastómeros los hace altamente resistentes al impacto y pueden soportar grandes fuerzas sin sufrir fracturas o roturas. Además, los polímeros son, en general, muy flexibles y pueden deformarse sin agrietarse, lo que les permite soportar cargas cíclicas repetidas durante un largo periodo de tiempo.

Simplificándolo aún más, podríamos decir que la resiliencia de un material es la capacidad de restablecer su forma original después de haber sido expuesto a una tensión que lo ha deformado temporalmente.

Solía pasarnos que el interlocutor confundiera la “resiliencia” con la “resistencia”, entendiendo la resistencia como la capacidad de soportar cargas sin deformarse. No son conceptos directamente antagónicos… pero casi. En general, los metales pueden soportan grandes tensiones sin deformarse, pero una vez que ésta llega, no suelen recuperarse y el deterioro es permanente. En los plásticos, por el contrario, la deformación suele aparecer mucho antes, pero si no sobrepasamos su límite elástico, poseen la capacidad de recuperarse totalmente y sin daños permanentes.

No resulta extraño que el ámbito de la psicología adoptara el concepto para definir la capacidad que tenemos las personas para adaptarnos y superar situaciones adversas sin rompernos. Gracias a la resiliencia, las personas podemos afrontar el estrés o la adversidad y, con el tiempo, recuperarnos sin daños permanentes.

¿Actuamos como metales o como polímeros?

Sin forzar demasiado, podríamos comparar la capacidad de resiliencia de los materiales con la resiliencia de las personas. Al igual que los metales o los polímeros, las personas enfrentan situaciones de estrés y tensión que pueden causar una huella emocional.

Cuando actuamos como metales, podemos intentar resistir estas situaciones sin consecuencias aparentes, pero con el tiempo, podemos «rompernos» bajo la presión constante.

Por el contrario, si buscamos responder como polímeros, aceptamos que las situaciones de adversidad van a tener un reflejo en nosotros/as. En lugar de tratar de resistir y mantenernos inmutables, podemos actuar aceptando la situación de estrés y moldeándonos temporalmente, pero sin rompernos y con el objetivo final de volver a recuperar nuestro estado original sin daños permanentes.

Si quieres seguir profundizando sobre la psicología del desarrollo, esta no es la ventanilla adecuada. Pero, si tienes alguna duda sobre las propiedades de los diferentes polímeros, quizá podamos ayudarte.